Pedaling Iceland
Pedaling Iceland
Aventuras de gravel sin restricciones en los fiordos occidentales
Te presentamos a Oliver Andorfer, un apasionado ciclista austriaco al que le encanta la montaña y tiene una sed de aventuras sin límites. Aficionado al gravel y a los viajes de bikepacking, Oliver aprovecha cualquier oportunidad para explorar senderos, caminos de gravel y carreteras asfaltadas con un entusiasmo inquebrantable.
¿Aventuras sin límites? No hay problema. La extraordinaria experiencia de Oliver pedaleando por Islandia, famosa por su diversidad paisajística y sus maravillas naturales, solo podía vivirse en una bicicleta: ¡nuestra propia URS!
Acompaña a Oliver en su impresionante aventura, en la que descubrirá paisajes extraordinarios, se enfrentará a los elementos y se sumergirá en la emoción del gravel en uno de los destinos más extraordinarios de la Tierra.
Esta es la historia de Oliver. Esto es Pedaling Iceland.
por Oliver Andorfer
En medio de millones de kilómetros cúbicos de agua, al noroeste de Europa y a 1.200 kilómetros al sureste de Groenlandia, se encuentra la isla de Islandia, de unos 100.000 kilómetros cuadrados.
Sí, es cierto, Islandia es un nombre conocido, y todos conocemos los gritos casi hipnotizantes de los hinchas de fútbol islandeses, sus volcanes que pueden alterar espacios aéreos enteros cuando entran en actividad, y que Islandia se ha convertido en uno de los puntos calientes de los viajes en los últimos años, gracias no solo a lecturas de gurús de viajes como la Lonely Planet.
Sin embargo, si uno deja atrás estos criticados puntos turísticos, se despliega un paraíso de gravel en esta tierra creada a partir de piedra de lava, donde la lluvia es aún más húmeda, el viento aún más fuerte y la cascada milenaria aún más impresionante.
Pero empecemos por el principio. Todo empezó –como debe ser en nuestro siglo– con un post de Instagram. Gracias, Chris Burkard y Lael Wilcox, por la inspiración de vuestro viaje a los fiordos occidentales. Las imágenes, el ambiente, los paisajes y la ruta se grabaron a fuego en mi mente. ¿Y por qué no embarcarse en un viaje a un país tan completamente diferente de nuestras latitudes, como verdadero amante de los viajes, las bicicletas de gravel y el bikepacking? La elección del equipo es obvia en un país con la mayor densidad de vehículos 4x4 del mundo, y solo una bicicleta en mi bodega lleva la etiqueta "UnReStricted" en el cuadro: URS, ¡viajemos!
¡Así nació la idea de “PEDALING ICELAND”!
En las semanas siguientes, internet, Google Maps –gracias al inventor de “Google Street View”– y la plataforma Komoot se convirtieron en mis pasatiempos favoritos. En los fiordos occidentales, con una densidad de población de poco menos de 3 personas por kilómetro cuadrado, planificar una aventura en bicicleta no solo representa la mitad de la batalla, sino también un pequeño seguro extra. Por último, mi Komoot Collection consistió en casi 900 km y algo más de 10.000 metros de desnivel positivo.
Lo que empezó con una simple idea se convirtió rápidamente en un verdadero proyecto. Pero entonces llegó el Covid, con las consiguientes restricciones y limitaciones para viajar, lo que provocó una pausa creativa de un año y medio hasta el segundo disparo de salida, en otoño de 2021.
Afortunadamente, la búsqueda de compañeros de viaje adecuados y dispuestos, a los que también les guste hacer fotos y volar drones, no fue especialmente difícil.
¡Bienvenidos al viaje, Anna, Max, Moritz y Tomaz!
Una vez planificada la ruta y formado el equipo, estábamos listos para partir.
Ísafjörður fue nuestro punto de partida para 8 días de gravel. 8 días pedaleando, comiendo, haciendo fotos, charlando todo el día, divirtiéndonos y absorbiendo todo lo que Islandia tiene que ofrecer... ¿acaso hay algo más bonito?
El primer día estuvo marcado por un nivel de adrenalina constantemente elevado. No solo nos esperaba uno de los momentos más destacados de la primera jornada en forma de manada de ballenas jorobadas, sino que el tiempo, la tranquilidad y los aparentemente dos coches que se cruzaron con nosotros dutante todo el día daban a entender que el gravel en Islandia, como tantas otras cosas, es diferente y a veces incluso más maravilloso que en casa.
La imprescindible cerveza de después del recorrido en una de las ollas calientes se convirtió en una tradición desde el primer día y, por supuesto, se mantuvo meticulosamente jornada tras jornada. En los días siguientes, la Asociación de Turismo de los fiordos occidentales nos deleitó con todo lo que tenía en su repertorio.
Carreteras de gravel increíblemente bellas, rachas de viento que alcanzaban los 100 km/h durante horas, que te hacían sentir que volabas cuando venían de cola y te llevaban al borde de la locura a 5 km/h cuando venían de frente. La lluvia cayendo a cántaros desde todas las direcciones, recordándonos quién manda aquí arriba. El terreno bajo nuestros neumáticos de gravel de 42 mm de ancho cambiaba del asfalto perfecto al gravel más fino e incluso a senderos intransitables. Auroras boreales que nos dejaron boquiabiertos durante horas en la playa, llenando gigabytes de material fotográfico y de vídeo, y un país que a menudo supera la sencillez y la belleza.
Pero bueno, esa es también la razón por la que uno viaja a una de las regiones más nororientales de Europa para hacer gravel, ¿no? Islandia es una tierra llena de gracia y recompensará a todo aquel que se lance a esta aventura con algo que no olvidará en toda su vida, ¡lo prometo!
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